La Gestión de Fuentes Humanas en una Investigación

Por Nuria Tesón, Ankita Anand, Jess Lempit, Megha Rajagopalan

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SÍNTESIS: Cómo crear una agenda de contactos; cómo relacionarnos, interactuar y conservar nuestras fuentes humanas; y cómo enriquecer la investigación gracias a su colaboración.

Al investigar conocemos a personas a las que deseamos entrevistar, y entramos en contacto con otras a las que quizás no entrevistemos, pero que nos proporcionarán información durante un periodo de tiempo prolongado. A estas últimas las denominamos fuentes humanas (o simplemente “fuentes” en esta guía).

La información que contiene la sección de Entrevistas de este Kit acerca de los distintos tipos de fuentes, cómo identificarlas, cómo investigar sus antecedentes y determinar su sesgo y credibilidad, cómo entrar en contacto con ellas, cómo establecer una comunicación segura, etc., es aplicable tanto a las fuentes a largo plazo como a las personas a las que entrevistamos una sola vez.

Ciertos aspectos, por el contrario, presentan diferencias notables. Nos ocuparemos de ellos en el presente artículo.

Crear una agenda y una base de datos

Para trabajar como investigadores, además de relacionarnos con personas cuya ayuda puede ser imprescindible para una investigación específica, necesitamos crear una red fiable de fuentes que nos proporcionen información durante un periodo de tiempo prolongado.

Podemos iniciar la relación con una fuente mediante una interacción informal, tomando un café, por ejemplo, o entrando en contacto con ella en su lugar de trabajo. También es posible convertir a los entrevistados en fuentes manteniendo el contacto con ellos después de las entrevistas o investigaciones específicas.

Una buena organización y una toma de contacto eficaz son fundamentales al entablar relación con las fuentes, pero al mismo tiempo es primordial recabar y almacenar datos de manera segura para proteger su identidad. Por ejemplo, crearemos una agenda con apartados específicos de listas de contactos de expertos medioambientales, abogados, activistas, investigadores de DDHH, cargos públicos, etc.

Es importante no subestimar a los cargos de poca importancia, pues es posible que alcancen puestos de responsabilidad en el futuro y su ayuda nos será útil una vez tengan acceso a información confidencial (o puedan proporcionarnos pruebas o entrevistas con personas importantes con las que se relacionen). Los miembros de las autoridades suelen ser también buenas fuentes, pero debemos tener en cuenta la función que desempeñan y asegurarnos de adoptar las medidas de seguridad mencionadas en la sección de Entrevistas para proteger la confidencialidad de las interacciones.

Si somos (o nos convertimos) en profesionales conocidos en el campo de la investigación, es posible que ciertas personas se pongan directamente en contacto con nosotros y nos proporcionen información durante un periodo prolongado de tiempo. Siempre determinaremos su credibilidad y su sesgo, averiguaremos sus intenciones y estableceremos los límites de la relación.

Fomentar la confianza

La mejor herramienta de la que disponemos para ganarnos la confianza de una fuente es nuestro trabajo.

Si en investigaciones previas hemos protegido con éxito la identidad y la seguridad de fuentes e informantes, es posible que otras personas se muestren más propensas a brindarnos su colaboración. Por ello, nos esforzaremos en ser sinceros y labrarnos una reputación, no ya de investigadores avezados, sino de personas que se preocupan por el bienestar y la seguridad de sus fuentes. Debemos tener muy presente que en ciertas ocasiones relacionarse con un investigador supone un serio peligro.

https://cdn.ttc.io/i/fit/800/0/sm/0/plain/kit.exposingtheinvisible.org/manage-sources-trust-game-tr.png Captura de pantalla: La evolución de la confianza, un juego de «teoría de juegos» acerca de las opciones. Fuente: https://ncase.me/trust/

Mantener el contacto: la ley de las tres llamadas

Nunca daremos por sentado la disponibilidad de una fuente. Tras conocer a la persona y comenzar a construir la relación, hay que mostrar interés y mantener el contacto. No es recomendable llamar a una fuente solo cuando necesitemos algo. Aplicaremos la «ley de las tres llamadas».

Cada cierto tiempo nos pondremos en contacto con la fuente para interesarnos por ella y dejaremos claro que no llamamos para obtener información. Unos días después realizaremos una segunda llamada para interesarnos por el trabajo y la vida en general e intentaremos fijar una cita informal. Esta segunda llamada es también de carácter personal y tampoco trataremos de obtener información. De este modo, cuando realmente necesitemos recurrir a esa persona, la tercera llamada resultará natural.

Si la fuente nos tiene presentes y no nos considera de esos investigadores egoístas que solo aparecen cuando necesitan algo, no es extraño que se ponga en contacto con nosotros para ofrecernos información.

¿Corre peligro nuestra fuente?

El hecho de que una fuente haya sido fiable y digna de confianza durante un tiempo no implica que vaya a serlo siempre.

Dependiendo de quién sea, del contexto en que nos proporciona la información y de otros factores, evaluaremos su credibilidad y fiabilidad siempre que vayamos a reunirnos con ella, no solo antes del primer encuentro.

Por ejemplo, quizá estemos operando en un país donde un empleado de una organización nos ha puesto en contacto con personas a las que deseábamos entrevistar. Mientras tanto, la fuente, su familia o la propia organización han sufrido amenazas o presiones para denunciarnos o exponer nuestro trabajo si volvemos a ponernos en contacto. Es fundamental estar atentos a los cambios en el comportamiento de las fuentes. Un súbito exceso de preguntas o un interés inusitado por conocer detalles personales sobre nosotros, nuestra familia, nuestro lugar de residencia o la identidad de quien nos ha proporcionado determinada información es un buen indicador de que la fuente ha dejado de ser fiable y digna de confianza.

La protección de las fuentes

La confidencialidad es primordial al trabajar con fuentes. Si permitimos que terceras personas conozcan su identidad, las estaremos poniendo en peligro tanto a ellas personalmente como a la relación que tienen con nosotros.

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Traducción de una captura de pantalla: Protección de Fuentes Periodísticas, Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Fuente: https://www.echr.coe.int/Documents/FS_Journalistic_sources_ENG.pdf

La base de la interacción con una fuente es la confianza mutua. Las fuentes deben tener la seguridad de que no se les va a engañar bajo ningún concepto. Los investigadores tienen el derecho de proteger a sus fuentes incluso si un juez requiere que desvelen su identidad, aunque esto varía según el país. Debemos conocer la legislación de nuestro país de origen y del país donde realizamos la investigación. Por ejemplo, en los Estados Unidos los tribunales civiles y penales pueden dictar órdenes que obliguen a un investigador a revelar la identidad de sus fuentes. En estos casos, el investigador debe decidir si acatar la orden judicial o enfrentarse a penalizaciones económicas e incluso penas de cárcel.

Una forma eficaz de proteger la confidencialidad de las fuentes es encriptar las comunicaciones y proteger la base de datos mediante contraseña. Para más información acerca de cómo impedir el acceso no deseado a nuestros dispositivos, comunicaciones e información, se puede consultar la sección de seguridad digital en la sección de Entrevistas de este Kit.


¡La seguridad es lo primero!

Por lo común las fuentes esperan que sepamos proteger la información que nos proporcionan y las transcripciones de las entrevistas que nos conceden. Invertiremos el tiempo que haga falta en investigar el modo de hacerlo y en aprender a utilizar correctamente los dispositivos necesarios. La fuente es la persona que corre más peligro cuando se comete algún error en esta materia.

Establecer límites

Es necesario que las relaciones con las fuentes se mantengan dentro de los límites de lo profesional, tanto si llevamos mucho tiempo realizando una investigación como si acabamos de comenzar a crear una red de fuentes.

El asunto es delicado y los límites se desdibujan en muchas ocasiones, pues, como decíamos antes, la relación con las fuentes se basa en la confianza, en el compromiso o en la unión de fuerzas para combatir situaciones injustas. Es necesario tener en cuenta que, si la relación con una fuente se convierte en amistad, es posible que desarrollemos un sesgo y la investigación pierda en objetividad y credibilidad.

A veces conseguimos detalles útiles para la investigación en un contexto en el que la fuente se relaciona con nosotros por amistad, y deja de considerarnos investigadores. En ocasiones sucede de manera natural, y para evitarlo debemos establecer los límites necesarios. Dentro de lo posible, evitaremos compartir detalles de nuestra vida personal y nos comportaremos de forma amable pero profesional. Si bien es cierto que todo investigador necesita colaboradores, debemos ser conscientes de la diferencia entre la confianza que procede de la amistad y la que procede de la profesionalidad.

En caso de no poder evitar que la relación con una fuente pase de lo profesional a lo personal, habrá que ver cómo se ve afectada la interacción. Por ejemplo, si la fuente nos revela cierta información en un contexto distendido y privado, no propiamente de investigación, es necesario preguntar abiertamente si podemos utilizarla, y no hacerlo sin su consentimiento. En ciertas ocasiones las fuentes se sienten presionadas a permitirnos usar una determinada información. Por ello, si una fuente nos hace confidencias propias de amigos, valoraremos los riesgos potenciales y nunca abusaremos de nuestra posición de poder para que nos traten como investigadores. Lo mismo ocurre en el otro sentido. Si la relación es demasiado estrecha, la fuente puede creerse con derecho a pedirnos algo que nos resulte incómodo y puede hacer uso de su poder para manipularnos o inducirnos a engaño. Es conveniente confirmar en distintos momentos del proceso que las fuentes siguen siendo fiables.

Nada nos obliga a mantener la relación con una fuente si percibimos que se cruzan los límites. Tenemos derecho a romper el contacto con una fuente por mucho que nos haya ayudado. No debemos permitir que una fuente nos haga sentirnos responsables de su seguridad. Si hemos dado todos los pasos necesarios para protegerla y nuestra conducta ha sido correcta, no debemos sentirnos obligados a continuar con una interacción que nos incomoda o nos pone en peligro a nosotros, a nuestra organización o nuestro trabajo. Las investigadoras pueden ser más vulnerables a los coqueteos e insinuaciones por parte de las fuentes. Esto sucede cuando se confunde el interés profesional con el personal y, en realidad, puede afectar tanto a hombres como a mujeres. Para evitar este tipo de situaciones, estableceremos límites claros desde el principio y nos atendremos a ellos.

Evaluación de riesgos

Es necesario concienciarnos sobre este tema, aunque se repita hasta la saciedad: es primordial tener en cuenta que el trabajo con fuentes exige evaluar una y otra vez los riesgos asumidos por ambas partes. Hay que decidir con sumo cuidado cuándo y cómo establecer contacto de forma segura.

Esto es especialmente necesario si la fuente es confidencial o la información que obra en su poder es comprometida o peligrosa. Como se recomendaba más arriba, recurriremos a la comunicación encriptada siempre que sea posible. En caso de tener que utilizar líneas no seguras de teléfono móvil o fijo, quizá sea conveniente pactar un código para que la fuente sepa que existe la posibilidad de que se intervenga la llamada. En ese caso, nunca revelaremos información confidencial, como el objeto de la investigación o los lugares de encuentro. No organizaremos reuniones en lugares que frecuentemos habitualmente o en los que podamos encontrarnos con conocidos.

Usar un pseudónimo es una de las maneras de proteger la identidad de una fuente. No olvidaremos encriptar los archivos. Si vamos a reunirnos con una fuente y tememos por nuestra integridad física, debemos elaborar un documento de «prueba de vida». Se trata de un documento con información confidencial y a veces contraseñas que entregamos a una persona de absoluta confianza para que, basándose en nuestra actividad en internet (o la falta de ella), pueda determinar si seguimos con vida. Para una buena introducción al proceso de elaboración de una prueba de vida, se puede consultar el siguiente artículo de la ONG Rory Peck Trust sobre Notas y plantillas de prueba de vida.


Publicado en octubre de 2019 / Actualizado en noviembre de 2021.

Fuentes

Artículos y manuales

*Aunque los recursos ofrecidos están dirigidos en su mayoría al periodismo, no solo se aplican a periodistas sino a cualquier tipo de investigador. Lo cierto es que existen más recursos dirigidos a periodistas que a ciudadanos investigadores.

Glosario

term-agenda

Agenda/base de datos: red de fuentes fiables de las que conseguir información a lo largo del tiempo.

term-comunicación-encriptada

Comunicación encriptada: comunicación por medio de aplicaciones y correo electrónico que utiliza información codificada. La información solo puede ser decodificada y leída por la persona que posee la contraseña o clave de encriptación adecuada.

term-entrevistado

Entrevistado/a: persona a la que se le realiza una entrevista.

term-fuente-anónima

Fuente anónima: podemos utilizar e incluso publicar determinada información sin nombrar a la fuente de la que proviene. La publicación se llevará a cabo de manera que no se pueda vincular la información a la fuente.

term-prueba-de-vida

Prueba de vida: documento con información confidencial y a veces contraseñas que entregamos a una persona de absoluta confianza para que, basándose en nuestra actividad en internet (o falta de ella), pueda determinar si seguimos con vida.